viernes, 31 de diciembre de 2010

El Buda tras la empalizada

Dos hombres están en una soi (calle auxiliar), al lado de un klong (canal hirviente de suciedad) cerca de un wat (templo de belleza interior y luminosidad). Parecen conversar pero las maneras del amigo del viajero son rápidas y toscas, adornadas de amenaza. De pronto el amigo pone su índice sobre el pecho del viajero, parece una daga de acero incorruptible y brillante. Si nos acercamos y los escuchamos, notamos que hay una demanda. Parece un asalto, pero a la memoria del viajero. Este trata de sacar su cuaderno rojo donde ha anotado todas sus vivencias pero el amigo asaltante, motivado por el Buda que observan desde tras de una empalizada, le exige que reconcilie su memoria.
Cees Nooteboom nos invita a pasear por Bangkok pero no con una guía turística multilingüe, sino a partir de las imágenes que reconcilia un viajero. El viajero anima una calle, un canal y un templo en su memoria como tratando de aprender desde los nombres originales. Es como si Cees Nooteboom nos enseñara un método para viajar y bebernos las ciudades que visitamos.
Para conocer una ciudad debemos ingresar a su tejido, prolongarnos por sus sangres, contemplar la mínima vida que respira desde sus templos. Tailandia significa tierra de gente libre, pero la novela nos muestra un tráfico de necesidades que se interceptan en cruces deleznables y podridos. Cientos de miles de mujeres prostituyéndose en esquinas, en bares, en reuniones, entre ellas otros miles de niñas conforman la carne más tierna del mercado infantil. La violencia desde las armas que puede cambiar el rostro siempre sonriente del tailandés en una mueca salvaje de kilómetros de profundidad. La pobreza que se siente como ese insoportable calor que se pega al cuerpo. Toda esta experiencia demoledora y deteriorante se imbrica con ritualidad y contemplación. Los Budas nos miran desde todos lados, desde todos sus colores, alturas y posiciones. Son testigos de este reino de contradicciones y belleza.
Nooteboom es un viajero inalcanzable pero nos muestra en su prosa mágica y poética imágenes que añoramos desde el futuro y percibimos como lo más interno que deberíamos sentir al asomarnos por parajes tan exóticos y densos como Bangkok.

El Buda tras la empalizada – Cees Nooteboom


Recomendable

jueves, 30 de diciembre de 2010

Fantasmas

Azul es un detective privado y tiene una agencia que ha heredado de Castaño, su antiguo mentor y socio. Un día, como cualquiera, recibe la visita de Blanco. Este le pide que siga a Negro. Le paga por adelantado 500 dólares y le demanda un informe semanal. Azul se muda y desde una habitación alquilada en un tercer piso, frente al departamento donde vive Negro, empieza el seguimiento. Nunca imaginará que su nuevo empleo le tomará años de vigilancia.
Así empieza Fantasmas, una novela oscura, enterrada en la mente de un escritor prodigioso, que resucita para enterrarnos a nosotros en una trama sofisticada y palpitante. Paul Auster nos mantiene en un presente perpetuo a través del acecho y a pesar de que, cada vez más, nos internamos por un túnel espeso, sin aire y sin luz, todo es vertiginoso, como cuesta abajo. Así nos sentimos, tirados por una gravedad diferente, como si le hubieran aparecido brazos y nos estuvieran tomando por los hombros arrastrándonos sin descanso hacia el final de hoyo, que al final, no resulta el final de nada.
Fantasmas es la segunda novela que forma el cuerpo de La Trilogía de Nueva York. No es una continuación de Ciudad de Cristal, ni una precuela. El tejido común esta hecho de algunos elementos estratégicamente articulados entre sí. La oscuridad, el laberinto, el acecho, la temporalidad ausente y el espacio monocromático son los hilos invisibles de una matriz etérea que se percibe a penas, por la comezón que causa el tener contacto con ella. Un cosquilleo que infecta al lector y se expande como las patas de un cangrejo desde un centro que pretende ser infranqueable hasta las extremidades que pretenden ser complejas.
Paul Auster no intenta ahuyentarnos con el juego de las meta realidades que construye (como le ocurriría a cualquier escritor que sin su talento y arte, proyecte retar el desafío), al contrario, es uno de los pocos creadores que desafía la complejidad exponiéndonos un relato que mientras devoramos, idea tras idea, se nos va introduciendo como un virus, con el primario propósito de reestructurarnos.

Fantasmas – Paul Auster


Muy recomendable

martes, 28 de diciembre de 2010

Las algas americanas

Toshio es un publicista que mantiene una empresa que le da comodidades a él y su familia. Pero los recuerdos de hace veinte años, cuando Japón se rindió e ingresó en una época de confusión existencial y de pobreza extrema, lo perturban y le hacen preguntas que aún no puede contestar. Kyoko es su esposa, una joven mujer que esta obsesionada por la cultura occidental, especialmente por los antiguos invasores, los estadounidenses. Los Higgins son una pareja de ancianos norteamericanos que conocieron a Kyoko y su hijo cuando estos veranearon en Hawái, viaje que costeo Toshio con mucho esfuerzo e ingeniosidad.
La trama se precipita hacia un desenlace inesperado cuando Kyoko decide invitar por una temporada a vivir en su casa a los Higgins y Toshio no sabe si tratarlos como un adulto que ya ha superado los traumas de una guerra que vivió bajo la piel o un joven dispuesto a exigir un desagravio que lo lleve a alzarse victorioso sobre los representantes avejentados de sus torturadores. Finalmente ellos llegan y el lector puede observar los distintos puntos críticos donde ambas culturas se estrellan o simplemente conviven con aprensión por parte de los derrotados y con ausencia de humildad por parte de los invasores.
Otra vez Akiyuki Nosaka nos sorprende con un conocimiento detallista del sentimiento del derrotado. De aquel Japón de post-guerra que engendra liliputienses temerosos y exageradamente hospitalarios con sus gigantes, que los invaden e imponen directa e indirectamente sus valores, sus visiones y sus maneras.
Nosaka nos muestra el grado de ingenuidad del japonés que vivió la ansiedad del hambre calmada por cajas masivas de chicles arrojadas desde bombarderos luego del término de la guerra, cajas de suministros que cubrían, como quien oculta las huellas que ha hecho para que sus cazadores pierdan el rastros, las culpas por la exacerbada revancha. Nos exhibe, como si despertaran de un sueño y se notaran desnudos delante de una multitud señaladora, la mente y las formas ridículamente alienadas de los derrotados.
Como en las Tumbas de la Luciérnagas, la genialidad del novelista se fundamenta en el conocimiento y la sensibilidad vivida y evocada por un joven estudiante de quince años que se convirtió en uno de los más influyentes escritores de la post-guerra.

Las algas americanas – Akiyuki Nosaka
Muy recomendable

lunes, 27 de diciembre de 2010

¡Mokusei!

Arnold Pessers es un fotógrafo que encuentra sin buscar un momento, una visión y una mujer (los tres en una sola circunstancia y en un mismo cuerpo). Luego de conocer a Satoko descubre que nunca había encontrado el amor: “esa cosa impronunciable emponzoñada de trivialidad”. Pero también descubre un mundo perdido, como si querer a Satoko significara relacionarse con lo milenario, con aquella tribu, de la cual nació el idioma y las sensaciones. Pessers, entonces, trata de comprender el Japón, confiando que al hacerlo llegaría a la profundidad de su amada. Conocería, al menos una, de las innumerables mirillas por donde se puede observar la identidad de un pueblo partido. Descubre, a pesar suyo, que es imposible. Que aquel cosmos esta perdido en el tiempo y que hoy solo puede percibirse a través de las confusas sombras y luces que dejan libres, a nuestros ojos, cortinas de bambú invisibles que danzan errantes entre ellas. ¿Que percibe, o desea percibir Arnold Pessers? Apenas un único aroma y color. A su amada de tres nombres. Satoko, el que ella conoce. Mokusei, el que ambos han aprendido. Máscara de nieve, el que le susurra él a escondidas cuando ella sueña.
Cees Nooteboom es un viajero eterno. Desde joven recorre el mundo exponiéndolo con sus relatos y sus crónicas. Con un lenguaje y una visión oriental fija en el lector un conocimiento proveniente, no de las palabras, sino de las imágenes. Así nos muestra Japón. A través de una historia de amor muy original. Pero no solo nos muestra el Japón que todos conocen, nos permite vislumbrar, como quien prueba una sola cucharadita del pastel más enigmático e imperecedero del mundo, el otro Japón. El perdido en el tiempo y el ausente en el espacio.

¡Mokusei! – Cees Nooteboom



Muy recomendable

Ciudad de cristal

Daniel Quinn es un escritor que ha perdido a su esposa y a su hijo. Desde entonces (hace cinco años) ha desaparecido del mundo. Sigue escribiendo pero como William Wilson. Escribe historia de detectives protagonizadas por Max Work que tiene más sustancias que el mismo Wilson y aún más que el propio Quinn. Una noche Quinn recibe una llamada telefónica equivocada. Cuelga. Al día siguiente la recibe de nuevo. Cuelga. Finalmente días después, otra vez y en esa última vez decide llevar la equivocación más allá. Decide hacerse pasar por un detective privado llamado Paul Auster, persona por la cual ruega aquella voz que lo ha despertado y lo ha hecho ansiar algo que nunca ha anhelado como Daniel Quinn: un caso de un pronto asesinato.
A partir de este hecho se inicia una urgente historia que no dejara al lector quieto y que lo convertirá en un ser adicto a las palabras y a los juegos meta literarios de Auster. Esta es una advertencia a la vez que una nota de lectura. Ingresar al cosmos de Auster implica estar preparado para dejar este mundo durante horas e internarse en los laberintos persistentes y metafísicos que nutren sus novelas. Nos convertirnos sin apenas percibirlo en entes lectores que pierden la perspectiva del tiempo y del espacio y nos confundimos con las escenografías fotográficas y las tramas atrapantes de Auster. Pero a la vez luchamos por no alejarnos mucho del mundo real, que es el único que nos permite darnos cuenta, por un filón de claridad, que solo estamos leyendo un libro.
Ciudad de cristal es la primera novela de la Trilogía de Nueva York, conformada por Fantasmas y La Habitación Cerrada (pronto a ser devoradas desde un sofá inventado por mi imaginación). Nos muestra un desequilibrado mundo interior. Los pensamientos o la ausencia de ellos de un escritor enfrentado a bifurcaciones de la realidad y obligado por esta a decidirse por una u otra vía, consciente que cualquiera de ellas generarán un final distinto y no feliz. Mientras Quinn nos describe su aventura buscando a un asesino que aún no ha asesinado, se filtra a través de sus movimientos y pensamientos una ciudad que existe o quizás no: Nueva York.
Paul Auster es un escritor ingenioso que ha llevado su creatividad por espacios que nadie ha recorrido. Su manera de contarnos las historias hace que nuestra mente dibuje las tramas a velocidades distintas que en la realidad y con frecuencia notamos haber vivido entre sus páginas por meses e incluso años cuando en realidad han pasado solo dos horas desde la primera palabra hasta el punto final.

Ciudad de cristal – Paul Auster

Imprescindible

sábado, 25 de diciembre de 2010

La tumba de las luciérnagas

Seita y Setsuko son hermanos y luego de los bombardeos en Kobe en Junio de 1945 no solo pierden a su madre (de su padre no se tenían noticias desde hacía mucho cuando embarcó en una fragata siendo teniente), también aquella vida que, ciertamente deprimente por la fetidez de la guerra, los amparaba y los envolvía con sueños tibios, pero sueños al fin.
Seita es un joven de doce años y Setsuko una niña de cuatro. Desamparados se enfrentan al rechazo de la vecindad, que inicialmente los acogió, por el hecho de ser huérfanos. Buscan abrigarse en el interior de una cueva y desde ahí observan casi todas las noches las luces. Una confusión de metralla, bombas y titileo de luciérnagas. La vida que viven los dos niños es mortecina, diarreica y en constante descomposición hasta el final, del cual nos queda una irremediable sensación de conmoción que es difícil que se disipe.
Akiyuki Nosaka es un escritor espontáneo, conmovedor y con una facilidad extraordinaria de transportarnos, a partir de trazos ligeros, hacia profundidades perdidas. La tumba de las luciérnagas es una novela breve, cruda y afectiva que marca, en la literatura japonesa de post-guerra, una dirección hacia la conciencia de un mundo perdido, de una cultura sometida e hipotecada (desde la apertura de Japón al mundo, bajo la energía del emperador Meiji y no, como algunos pretenden afirmar, a partir de las consecuencia de la segunda guerra mundial) a un pensamiento expansionista y contradictoriamente heroico.
Nosaka, forma en este relato, imágenes y percepciones afines a él, testigo del delirio y el abandono del que sobrevivió en Kobe cuando esta fue barrida del mapa por dos bombardeos irracionales. Akiyuki nos relata la agonía, la desesperanza, la miseria por hambre, la locura por ser territorio de miles piojos y pulgas que convertían en terrenos de cultivo los cuerpos de los niños abandonados. Nos hace sentir en la piel las picaduras, en el estomago el hambre, en el alma la vergüenza de la fetidez. Y a la vez que nos muestra un mundo donde cien huérfanos muertos son cremados por día, nos abre una pequeña caja de caramelos que reversa historia, intimidad y sueños de niños.

La tumba de las luciérnagas – Akiyuki Nosaka


Muy recomendable

viernes, 24 de diciembre de 2010

Lolita

Humbert Humbert desea a Lolita como si solo ella existiera en el mundo, pero su amor es desquiciado y abyecto. H. H. tiene cuarenta y Lo solo doce. A Humbert la vida no lo anima si es que está es no estar tendido cerca de su Lo. Lolita es una nínfula. Un ser marginal, una semidiosa que despliega su hechicería y arrebata la voluntad de los mortales.
Lolita es una novela que nos habla de H.H., un intelectual pervertido que nos muestra un interno universo tan escabroso que, en un inicio, sorprende al ingenuo lector, pero cuando contrastamos aquel mundo de deseo con la envilecida actualidad, no nos impresiona el hecho que el tercer negocio más lucrativo del mundo sea, en todas sus variantes y complejidades, la pedofilia.
Lolita también es una novela que nos habla de la soledad. La miseria en anhelos, en proyectos, en afectos de una niña de doce años despojada, como si le arrancaran la piel como un sucio vestido, de su ingenuidad, de su sonrisa. Manchada con un rudo e indeleble trozo de carbón que dibuja sobre su frente una señal. Aquel signo presente en niñas arrancadas de aquella ausencia de maledicencia que se llama devoción.
Pornografía. Ignominia. Obscenidad. Malgusto. Algunos adjetivos son aún más intestinales. Provenientes de la crítica y del común de los lectores. Cuando la crítica se encontró de narices con Lolita salto hasta el techo. (Imaginemos un techo de un ambiente victoriano que se pierde en el infinito de la c(ó)úpula). Una editorial parisense se atrevió en 1955 a publicar este relato, al inicio las murmuraciones se tiñeron tímidamente de escándalo, pero luego, cuando la hoguera se extendía por todo lo alto y estaba rodeada por la multitud desaprobatoria, los dedos académicos señalaron la envilecida obra.
Como dijo Nabokov en su momento, la sociedad estadounidense no toleraba (no tolera) un ateo feliz, una familia negra y blanca progresiva, y un adulto en amores con una nínfula. Lolita es una novela impresionante con un despliegue literario sin precedentes y Nabokov es entre los mejores escritores un maestro minucioso e inventivo.
“El sentido moral de los mortales es el precio que debemos pagar por nuestro sentido mortal de la belleza” (Viejo poeta citado por Nabokov en Lolita, pero en realidad es invento de Humbert Humbert).

Lolita - Vladimir Nabokov


Imprescindible

jueves, 16 de diciembre de 2010

El viaje de Baldassare

Baldassare Embriaco es un genovés que nunca ha visto Génova por que ha nacido en Levante (Oriente). Su familia de legendarios genoveses decidió hace siglos a travesar el mar interior e instalarse en Gibeleto. La pasión de Baldassare son las cosas enigmáticas y especialmente los libros, que no solo los aprecia por su contenido, sino también por su fabricación. Los misteriosos días previos al inicio del año de la bestia son, para Baldassare, el inicio de un viaje. Se ha encontrado con un libro que todos buscan y por motivos que desconoce, teniéndolo en sus manos, lo ha dejado pasar. Ahora emprende un camino intuitivo en su búsqueda. El centésimo nombre es un libro único y extraviado, escrito por Mazandarani, un ser también único del que se sabe muy poco. El libro nos habla de los 99 nombres de Dios, pero algunos piensan que existe otro más grandioso que los abarca, ese sería el centésimo. Poseer el conocimiento de aquel nombre representaría la salvación para unos y el poder absoluto para otros, especialmente en inicios del año 1666, el año de la bestia y del fin de los tiempos.
Baldassare nos cuenta su viaje a través de un diario que nos permite, a cada instante, vislumbrar el fin de los tiempos. Las señalas del anticristo, las maldiciones del año de la bestia, las traiciones, las trampas y el dolor nos anuncian el último final.
Amin Maalouf es un escritor libanes que tuvo que exiliarse en Francia perseguido por una guerra que lo enfrentó a dos mundos: oriente y occidente. La novela, como todas las que ha escrito, conjura el pensamiento de dos identidades, de dos territorios y de dos conflictos.
La precisión histórica y la pericia narrativa aseguran un viaje lleno de aventuras y nuevos conocimientos que retaran la imaginación del lector, que vertiginoso, como si el año estuviera por acabarse y fuera el último, recorrerá el final deseando que nunca termine.

El viaje de Baldassare – Amin Maalouf

Recomendable

sábado, 4 de diciembre de 2010

Bartleby y compañia

La literatura ha inventado múltiple códigos, modelos y hechicerías. Hoy podemos escribir sin cánones, desafiando la clave, experimentado o internándonos en espacios alternos, donde quizás la literatura sea un nuevo descubrimiento. La literatura, como un dios desfalleciente, se ha preocupado desde su origen por probar que es real. Que es inmarcesible. Que es una de las exaltadas formas que tiene el hombre de contar la mentira inventando otra más verosímil. Pero existe un grupo de inmortales que se han convertido en elevados representantes de la literatura del No. Aquellos seres que descubren más de una razón para nunca más escribir.
“Es que se murió mi tío Celerino, que era el que me contaba las historias” (Juan Rulfo). “Hoy es necesario que deje de escribir. Me excita demasiado. Y las letras arden y bailan delante de mis ojos” (Robert Walser). “Después de veinticinco años de carretera, como dicen los cantantes, las ganas de escribir son cada vez más difíciles de encontrar” (Bernardo Atxaga). “He intentado inventar nuevas flores, nuevos astros, nuevas carnes, nuevas lenguas. Creí adquirir poderes sobrenaturales. ¡Y ya veis! ¡Debo enterrar mi imaginación y mis recuerdos! Una hermosa gloria de artista y de narrador arrebatada. (Arthur Rimbaud). “Escribir es intentar saber qué escribiríamos si escribiéramos” (Marguerite Duras). “Cuando no conocía la vida, escribía; ahora que conozco su significado, no tengo nada más que escribir” (Oscar Wilde). “Mi mejor obra es el arrepentimiento de mi obra” (Juan Ramón Jiménez).
Aquí otra verdad total, de nuestro grande:
“Leyendo hace poco a Cervantes, pasó por mí un soplo que no tuve tiempo de captar...desgraciadamente, pues recuerdo que me sentí impulsado a comenzar algo...Luego todo se disolvió. Guardamos todos un libro, tal vez un gran libro, pero que en el tumulto de nuestra vida interior rara vez emerge o lo hace tan rápidamente que no tenemos tiempo de arponearlo.” (Julio Ramón Ribeyro).
En la obra de Vila-Matas, Marcelo es un escritor que pasa por un periodo de silencio que lleva ya muchos años, décadas. Decide, entonces, inspirado por la historia de Melville (Bartleby, el escribiente) rastrear a los grandes Bartleby de la literatura. Hombres gigantes aquejados por un mal: la pulsión negativa o la atracción para la nada. Marcelo lo escribe como un diario de notas a pie de página. Un texto invisible, solo con las notas. Así recorre dos siglos de escritura de Bartleby en Bartleby, reconociéndolos, comprendiéndolos y conmemorándolos.
Enrique Vila-Matas es un escritor prodigioso que en esta obra, considerada de lectura obligatoria entre las letras españolas, nos muestras el camino de nuevas formas de escritura a partir de la nada, de la ausencia, del No.

Bartleby y compañia - Enrique Vila-Matas


Muy recomendable