El poder de la Kabbalah nos habla de un conocimiento muy antiguo
que busca proporcionar las herramientas, estrategias y enseñanzas para renovar
la vida y alcanzar la transformación de todo aquel que anhele aprender. Es
decir, dejar la vida reactiva y consolidarse en un comportamiento proactivo.
Dejar de ser consecuencia para convertirse en causa. No es convertirse en un
asceta y perennizarse en el destierro de la montaña, no es separarse de lo
humano y deleitarse en la soledad de la contemplación. No es vivir una vida de
teoría, es transitar la acción.
La Kabbalah nos explica que nuestra
composición básica, nuestra esencia, la sustancia de la que estamos
constituidos, nuestro núcleo, todo aquello que nos hace funcionar es el deseo.
Somos deseo en movimiento. El lenguaje kabbalista se refiere al deseo como una
vasija, un receptáculo vacío dispuesto a ser llenado. Y no hay actividad humana
en este mundo que no se fundamente en un impulso de ser satisfecho. Todos estos
objetos de deseo, desde el poder, el control, el sexo, el amor, el conocimiento,
la oportunidad hasta la felicidad
irrestricta e incondicional son paquetes de satisfacción, la Kabbalah las
resume en una palabra: Luz.
La luz son todas y cada una de
las formas concebibles de satisfacción y placer que puede anhelar nuestra conciencia.
Entonces qué se interpone en el camino hacia nuestra felicidad. Una cortina
(sephiroth), en realidad diez sephiroth, que en hebreo también significa
sendero. Es decir que la cortina o todas ellas dividen nuestra realidad en dos
mundos: el reino del 1 por ciento y el reino del 99 por ciento.
El reino del 1 por ciento es el de
las reacciones a sucesos externos, es el de la satisfacción temporal, es en el
que nos definimos como víctimas de las acciones de otras personas, es el mundo
en donde nuestros deseos parecen insatisfechos. La ley de Murphy gobierna,
absoluta, este reino. El reino del 99 por ciento es el de la perfección y el
orden, es el mundo de la proactividad, es el del conocimiento ilimitado y la
felicidad imperecedera.
¿Pero quién ha dispuestos de
estas cortinas que obstruyen la luz y nos hacen vivir en la opacidad de nuestra
realidad?
Los Kabbalistas nos hablan del
oponente, el adversario, que en arameo se denomina Shaitan. Derivado luego en
Satán. No el mítico y supervalorado de los cuentos religiosos. Este oponente no
se presenta como una entidad externa con formas demoniacas e inflado por
nuestro horror e ignorancia. El adversario esta en nosotros y es aquel que
despliega las cortinas y que evita que las retiremos. Es la frustración,
nuestra ira, nuestro pesimismo, nuestra condición de fracaso constante, aquel
que nos dice que no hay nada mejor como vivir en el reino del 1 por ciento.
Los kabbalistas dicen que hay que
resistirse al oponente. Es decir, ser causa, ser creador, compartir. En lugar
de reaccionar, ser proactivo.
Yehudá Berg es un Kabbalista
postmoderno que ha mostrado este gran conocimiento a todo el mundo y se ha
valido de la tecnología del siglo XXI para exponer lo que durante miles de años
ha estado oculto o solo visible a un grupo privilegiado de personas. El poder de la Kabbalah es un libro que
resume de manera muy didáctica e instructiva el pensamiento Kabbalista y nos
permite comprender, o empezar a hacerlo, información única y significativa con
un mensaje simple y profundo. Ser creador y causa de todo lo que ocurre en
nuestra realidad que tiene como propósito la satisfacción imperecedera del amor
incondicional.
El poder de la Kabbalah – Yedudá Berg
Compre el libro y es muy interesante. Pero vinculandolo con otras fuentes de informacion que he estado consultando. Esa "conexion" con el resto del mundo creo que esta relacionada al contactarse con entes metahumanos que nos permitiran adquirir conocimientos o lograr algo.
ResponderEliminarLuis Eguren