sábado, 12 de marzo de 2011

Lo bello y lo triste

Oki es un escritor reconocido pero casi nadie recuerda el nombre de sus novelas, salvo Una chica de dieciséis. En esta, escrita hace más de veinte años, relata el evento más importante de su vida, cuando conoció y se enamoró perdidamente de Otoko. Otoko tenía quince años cuando perdió la cabeza por Oki, le entregó absolutamente todo, a tal punto que su realidad sufría de incongruencia sin la presencia de su amado. Así fue como, después de perder a su niña recién nacida y ser abandona por Oki, fracturó su mundo y solo después de salir de una clínica psiquiátrica luego de un serio intento de suicidio, empezó a reconstruirlo. Otoko se convirtió en pintora y Oki regreso a su hogar donde le esperaban su esposa y su hijo, para escribir la novela que lo hizo famoso.
Luego de veinte años Oki y Otoko se rencuentran en un templo de Kioto, a finales del año y con motivo de escuchar las campanas que lo anuncian. Pero Otoko no estaba sola. Keiko, su discipula, que tenia no solo la devoción por el arte de su maestra sino también un afecto desordenado y obsesivo, los acompaño. Desde entonces todo parece abrirse de nuevo, los sueños mutilados, el amor escondido bajo las pinturas y las palabras, las caricias invisibles y a distancia, el tiempo como protagonista psicótico del amor de un hombre detenido en su resolución de abandono a la niña amada y una mujer que nunca había desertado de la ilusión de sus dieciséis. El triangulo entre Otoko, Oki y Keiko se convierte en una cuadrilátero cuando Taichiro, el hijo de Oki, se involucra y se evidencia, con una claridad que turba, un drama de amor, venganza y destrucción.
Yasunari Kawabata es un escritor prodigioso con un manejo del tiempo y de la trama que lo lleva a convertirse en un equilibrista. Es un maestro de la perfección. Pero su narrativa no solo es virtuosa por el manejo que tiene, es aun más incorruptible, por la sensibilidad que despliega. A tal punto que uno se olvida de la trama y es subsumido por las emociones.
No hay escritor que despliegue de forma tan perfecta las emociones humanas, pero no se recrea solo con ambientarlas, ni siquiera las plasma, y e aquí la magia, sin mencionarlas las clama de una manera tan clara que nadie puede dejar de percibirlas, y sin embargo el clamor a penas es un susurro hechicero.
El que quiera encontrar el inicio y el final en una historia de Kawabata no solo pierde el tiempo, sino también la oportunidad de gustar la obra, porque en sus historias, la trama subyace, como para no entorpecer la mirada enamorada que el lector posa sobre el mundo del genio suicida.

Lo bello y lo triste – Yasunari Kawabata




Imprescindible

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