
Viviendo en su choza luego del destierro Shuar, Antonio José Bolívar Proaño, se convierte en un devoto de las historias de amor. De aquellas en donde se sufre, se llora pero al final se ríe. Son novelas que alejan de su mente la obra creadora del hombre, el desierto.
Pero un día todo se complica, y un blanco buscador de oro es encontrado muerto. Empieza una cacería en donde los elementos de la caza se intercambian hasta alcanzar un final dramático y honesto entre el hombre y la bestia.
Luis Sepúlveda crea una obra literaria impresionante por su sencillez y por el mensaje que se enhebra entre la trama de la historia. La selva como un organismo que exige una lectura sabia y respetuosa y la inequidad del hombre que blasfema contra ella violándola y humillándola como si se tratara de una mujer desgraciadamente hermosa e inteligente asechada por una bestia que se autodenomina hombre.
No es extraño enterarse que esta pequeña novela ha sido traducida a 33 idiomas y en cada uno de ellos se percibe la genialidad del escritor que a partir de un cuento que muestra a otros seres humanos, de aquellos que pueden redefinir la belleza y la armonía como algo nuevo, pueda conmover al lector a tal grado de comprometerlo en el tema como si del inicio de una aventura se tratara. Indiscutiblemente, una obra muy difícil de olvidar, porque se te pega como la tibia niebla que se forma cuando nuestras plantas y animales transpiran.
Un viejo que leía novelas de amor – Luis Sepúlveda
Muy recomendable
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