martes, 3 de agosto de 2010

Salón de belleza

Mario Bellatin es un extraordinario escritor. ¿Como llegue a él? Recuerdo la insistencia cafeinada de Maurizio Medo. De tarde en tarde en el verano del 2008 - aquel verano que se hizo perenne a pesar de todo, hasta del clima - sentados como en casa, en un café que siempre recordamos, apasionado como un Ferrero de Gubernatis di Ventimiglia, nos acerca a la literatura con el elusivo propósito de no hacerlo. Así fui haciéndome una lista de mis deudas literarias. Salón de belleza es una novela extraordinaria, una de las grandes de la literatura castellana: Sencilla, sin mensaje y encabalgada sobre una bala narcotizada que pretende reventar el Bull de la experimentalidad. La plaga y la belleza, el Moridero como estación final, hecho solo para ahogados. El individuo y el grupo, el grupo al margen de las páginas. Imagínense que el medio de sus vidas - vida que no han dejado de gozar rebuscando en los rincones más escondidos de la procacidad y lo prohibido - se convierten en un santo. Pero de los que se viste de mujer en la noche, para ligar cualquier cosa. De los que se elevan en un aura púrpura mientras esperan con una secadora de pelo enterrada en la cabeza, de las grandes que siempre vemos en los salones de belleza. Finalmente de aquellos que se hacen recogedores de mortantes, moribundantes o mierderias con tobillos. Coleccionistas de aquellos que nos les queda nada más que ser recibidos por alguien que les lama sus últimas ulceras. Así es salón de belleza: un desafío con un gusto al final a burbujas de oxigeno encerradas en vidrio. A gupis, tetras y goldfish en una única pecera que te salva porque el tiempo, está tan llagado como el Moridero.


Salón de belleza - Mario Bellatin



Imprescindible

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