martes, 22 de febrero de 2011

Los detectives salvajes

Ulises Lima y Arturo Belano son poetas que para encontrar el origen del real visceralismo deciden resucitarlo. Sin pretenderlo aglomeran un tinglado de jóvenes creativos en torno a un pensamiento esquivo. Muchos de ellos se señalan como visceralistas pero no saben definirse, como si pertenecieran a una sopa de letras que no saben leer. Sus poemas son órganos necrosados, infectos, que dejan madurar hasta su descomposición. Se enfrentan a los puros, a los poetas campesinos, a los de siempre y sus sobones, es decir, a cualquier literatura que tenga como centro México o Latinoamérica. Se drogan, se emborrachan, comen mal, duermen poco, se acuesta entre ellos sin distingo, sufren con llantos silenciosos porque saben quiénes son y que no les queda nada. Cualquiera diría que los real visceralistas no se alejan mucho del grupo de jóvenes común, pero se empeñan en distinguirse y la gente que los rodea también se empeña en convertirlos en fantasmas, poetas inexistentes.
La vida ligera, entre nubes de marihuana y pestilencias versales, se agota en el momento que sus líderes, Ulises Lima y Arturo Belano, deciden ir aún más allá, e inician la búsqueda de Cesárea Tinajero. Ilustre poetisa, fundadora del real visceralismo, allá por los años veinte del siglo pasado. Así como les está pasando a ellos, el olvido ha enterrado a los antiguos visceralistas y de Cesárea no ha quedado casi nada. Apenas un poema sin palabras y un rumbo invisible hacia el desierto.
Mientras Lima y Belano emprenden una búsqueda de veinte años los visceralistas se extinguen, como los primeros.
Roberto Bolaño escribe una de las mejores novelas en castellano de los últimos veinticinco años. Los personajes con voces propias, muy bien logradas, nos cuentan a modo de entrevista o como si estuviéramos tomándonos un café juntos, los fugaces momentos en que sus vidas tropezaron con las de Lima y Belano. Nos internamos en los pensamientos de los detectives salvajes a partir de las historias de otros, como un eje en común que los alineó en torno de aquel peregrino huracán que fue la búsqueda de los poetas.
Bolaño nos narra con naturalidad la vida de los alienados, de los comunes, de los marginales, de los que tienen sueños y los arrojan al vacio décadas antes de morir. Nos habla de los sin piso alfombrado, de los sin techo aislante, de los sin esperanza o de aquellos que solo tienen una y no se atreven a jugársela a los dados. Nos habla de México como mexicano deseando no serlo, de Argentina desde la exuberancia del bonaerense que todo cree poder arreglar y nada arregla, de Chile como chileno luchador y decepcionado, de Perú desde la hospitalidad familiar hasta el oportunismo carroñero.
Los detectives salvajes es una novela singular que hace uso de múltiples grados de pericia para hacernos sentir el tránsito de la aventura y la serenidad de la contemplación. Nos convierte en seres voraces, ya no solo lectores insaciables, que se llenan el alma de sensaciones y glorias que no saben a nada pero que generan placer.

Los detectives salvajes – Roberto Bolaño

Imprescindible

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