Roger Casement llegó al Congo acompañando las expediciones gestadas por la ambición de Leopoldo II, Rey de Bélgica. El idilio inicial, del que dejaba contagiarse, empezó a transfigurarse y el civismo de la misión mostró sus primeras desproporciones. Las fisuras, antes maquilladas por un afán de llevar el desarrollo a los rincones más necesitados, crecieron a tamaños absolutos mostrándole lo que el hombre Europeo había hecho del Congo. La tortura, la mutilación, la violación y la aniquilación de todo un pueblo impulsado por aquella actitud exclusiva del hombre civilizado: la codicia. Toneladas de caucho salían ensangrentadas a través de los puertos africanos, miles de congoleses desaparecían o perdían dedos, manos y falos.
Veinte años después y debido a la gran importancia alcanzada por el informe escrito a partir del genocidio congolés, le es encomendada otra investigación de similares características. Esta vez en la amazonia peruana. Casement, junto a una comisión de investigación, se interna en la selva y descubre el horror. El exterminio de tribus, la dedicación exacerbada por la amputación y el castigo, la crueldad redefinida y extendida a un grupo de seres humanos que en menos de veinte años dejaron de ser cien mil para convertirse en una masa degenerada, dispersa y idiotizada de apenas tres mil miembros. Cientos de mujeres y niños Huitotos, Boras, Minanes, Ocainas, Nonuyas, Andoques y Resígaros sometidos a infinidad de vejámenes, tiranizados, violados, torturados mientras los esposos y los padres exprimían el látex de los árboles de caucho.
A lo largo de la vida que decidió vivir, Roger Casement fue descubriendo que la búsqueda de justicia lo había llevado a continentes lejanos, lo había expuesto a las más grandes crueldades y le había permitido participar en sus resoluciones. En sus últimos años descubrió aquella lucha que sería la última y la más importante: la libertad de Irlanda, su nación.
Mario Vargas Llosa es un escritor prodigioso. Construye mundos completos, tramas logrados, personajes inigualables y vivos. En donde cualquiera apenas respira el aroma de una aventura, MVLL sueña con una verdad ilimitada, con una humanidad alterna y con un tiempo que fluye sin restricción, como si fuéramos testigos del caudal irrestricto de un rio sin origen y sin fin.
Los escritores innovamos las realidades, a veces materializamos pensamientos redondos y disfrutamos de aquella perfección. MVLL es uno de los escritores más eficientes en la creación de realidades convincentes. El poder de persuasión que rodea, interna y proyecta sus novelas genera un campo magnético que acomoda todas las piezas de su maquinaria y nos permite disfrutar de aquellas realidades que deseamos, aquellas alternas a la historia que preferimos hacer nuestras.
El sueño del celta es una obra grandiosa. Es una construcción total que respira sola. Es como un ser viviente que se muestra completo y vigoroso. Nadie pregunta cómo funciona, de que está formado, si hay carne y fluido o tuercas y aceite en su interior. Su creador lo ha inventado para que nosotros solo lo contemplemos y no nos preguntemos sobre el misterio de su creación.
El sueño del celta – Mario Vargas Llosa
Imprescindible
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