viernes, 6 de abril de 2012

Relámpagos

Gregor es un hombre de más de dos metros, delgado y afilado como una daga letal. Viste muy bien, acompañando a la época, y le gusta convertirse en el centro de atención cuando quiere comunicar algún gran descubrimiento. A pesar de estos momentos prefiere la compañía de las palomas que a la de los seres humanos. Y dentro de esta especie mira a las mujeres como buscando alguna explicación, que no encuentra, de su existencia. Se empeña en rodear su vida de números, de contar todo lo que observa, pero especialmente le gusta el tres y todos sus múltiplos. Así es como vive en el cuarto 33 de un hotel y cuando viaja se aloja en la habitación 108, o en la 27 y en algunos casos, aunque prefiere estar más cerca del suelo, en alguna suite número 1503 de algún rascacielos que ya han empezado a construirse en las ciudades. 21 servilletas o 18 en el peor de los casos para limpiar excesivamente los cubiertos con los que se alimenta. Se lava las manos, siempre en múltiplo de tres, tantas veces como pueda para alejar de su cuerpo todos aquellos microbios que invaden el mundo que lo rodea. Es antipático, megalómano, despectivo, y venera más que a nada, más que a su mente prodigiosa o al misterio de la hora de su nacimiento, los relámpagos.
Casi no duerme y su día es, en realidad, un protocolo sin término. Piensa e inventa. Construye en su mente todos los dispositivos y artefactos que luego muestra, los elabora en tres dimensiones y sabe exactamente de su existencia antes de plasmarlo sobre un papel. A veces es tan intenso este modo de proceder que confunde la realidad con el sueño. Sus inventos son impresionantes, su propósito es el mundo entero y al tratar de inventar aquella energía ilimitada y libre a la cual podrá acceder cualquier ser humano, descubre mientras tanto, la corriente alterna, construye la primera hidroeléctrica, inventa la comunicación inalámbrica, y elabora los primeros pasos para la invención del radar, los misiles y la internet.
Jean Echenoz escribe una novela extraordinaria sobre un portentoso ser humano: Nikola Tesla. Tesla siempre ha representado un misterio y una iniciación. Tratar de entender la mente prodigiosa del genio a través de innumerables biografías y anécdotas brinda aquella emoción y temor que podría sentirse cuando uno descubre la vibración de los relámpagos. Cuando uno siente el shock sobre su piel como si miles de ánimas chispeantes deambularan sin control buscando la conexión con el rayo, la unión con aquella descomunal energía.
Relámpagos es la última novela de la triada biográfica que conforman Ravel y Correr. Echenoz, con una sorprendente y sencilla narración nos muestra la soledad de un genio. Aquella soledad del que se encierra en lo que hace, del alucinado, del que se aparta del mundo para alcanzar el propósito deseado. Pero lejos de ser una biografía, Relámpagos es una alegoría sobre la melancolía de la soledad.

Relámpagos – Jean Echenoz

Muy recomendable

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