En La noche y los viajeros de la noche, Shibami nos cuenta sobre su hermano Yoshihiro y como todas las mujeres que rozaban su vida terminaban cautivadas con su insolencia y por aquella ausencia de humanidad que lo transformaba en algo bueno. Sarah, una norteamericana enamorada intransigentemente de Japón y sus rincones, y Marie, una hermosa prima que aporreaba las convenciones con un toque sugerente, se combatían el amor de Yoshihiro. A la muerte del seductor, la vida de todos se convierte en otra, como si hubieran despertado de una pesadilla o estuvieran ingresando en un mal sueño.
Una experiencia es el último relato de este libro. Cuando Fumi-chan vivió con un hombre, del cual no podía despegar su piel, conoció, también viviendo con el mismo hombre, a Haru. Las peleas eran tan intensas que ambas codiciaban un mundo solo para ellas, en donde, además de descuartizarse, pudieran borrar todo rastro del entorno que las rodeara. Tan grande fue el hoyo que se formó en sus almas que sin querer se unieron para siempre. Así que cuando, ya separadas y viviendo en distintos continentes, una de ellas se daba a la bebida, la otra sin saberlo, duplicaba la intención. O cuando una sufría cargando el peso de la noche que había decido aplastarla, la otra, mientras recostada sobre la cama trataba de cautivar al sueño, percibía que el techo deseaba unirse al suelo sin ninguna consideración intermedia.
Banana Yoshimoto es una escritora extraordinaria. Con una sensibilidad prodigiosa por el mundo de hoy. Se interna en el cosmos del ser humano pequeño y complejo, hurga como si buscara entre la basura algo que botaron pero que brilla como una joya. Descubre la muerte en el rincón, en aquel que se pliega como la noche cuando dormimos. Nos presenta un camino alterno que viven muchos seres humanos y no nos damos cuenta que existe y que cae sobre nosotros como una fina lámina transparente y, en algunos lados, destrozada.
El mundo de Yoshimoto es la noche, el sueño y la muerte, pero frente a ellos, la mirada no es la del terror, sino la de la resignada actitud del que debe morir para dormir, o del que debe vivir para soñar.
Sueño profundo – Banana Yoshimoto
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