jueves, 28 de julio de 2011

Mendel el de los libros

Jakob Mendel es un librero de viejo, tiene su oficina en un café en el centro de Viena, el café Gluck. Desde las siete y media de la mañana hasta que se va la última persona tiene la mirada concentrada en un libro o un catálogo. Entre las palabras y sus pequeños ojos median unas lentes que, como si estuviera reconcentrando el fuego de su intelecto, penetran todos los misterios de los libros. No solo conoce toda la información que pueden reservarnos, también su precio, su condición, el mejor lugar para adquirirlo. Pero si esto no fuera ya una maravilla humana, puede organizar una recolección de información según los temas, desde los más metafísicos hasta los pertrechados de lirismo clandestino y melodramático. Puede orientarnos sobre astronomía o alta costura, sobre viajes a ningún lugar o como elaborar diversas posturas alrededor de un tema tan desamparado como el paracelcismo en la historia y su influencia en las corrientes de la piscología actual, aquella que no discrimina ningún método, desde la hipnosis regresiva hasta el análisis transaccional.
En realidad luego de conocer, a través de Stefan Zweig, a este personaje ilustre, uno se anima a adjudicarle muchas más devociones y seguro que nos quedamos cortos y no alcanzamos alguna metáfora o alguna ficción que se acerque a la elevadísima condición de la memoria de Jakob Mendel.
Además Mendel es un buen hombre y tiene en su patrimonio nunca haber fallado. Cuando logramos persuadirlo de la lectura, nos mira como atravesándonos, se dispone a escucharnos y luego de nuestra petición, emite un listado de referencias. Parece un ritual, una paraliturgia, un rezo orientado a lograr lo que nadie hace, ni los bibliotecarios más celebres, llevarnos hasta la profundidad de su intelecto, donde encontramos la biblioteca más vasta y deslumbrante de todas.
Pero un día de guerra, de ocupación extranjera, el mundo cambia para Jakob Mendel y es extirpado de su lugar y recluido durante dos años en un campo de concentración.  
Stefan Zweig es un fascinador cuando imagina o cuando crea se convierte en un mago. Nos involucra tanto en la historia que terminamos creyéndonos testigos o escribiendo como si conociéramos a sus personajes, como si en algún bar o café nos hubiéramos tropezado con ellos y hubiéramos tenido la oportunidad de escucharlos, de vivir cerca de sus vidas.
La pericia con la que escribe y el intelecto que desarrolla lo reconciliaron como uno de los mejores escritores del siglo XX.
Al leer este relato me pregunto por aquellos seres humanos que hacemos únicos. Cómo, al cabo de los años, comprendo cuánto es lo que desaparece cuando estos seres se van. Entiendo como resulta cada día más valioso personas como Jakob Mendel. En un mundo que se homogeniza, la belleza de estos seres nos permite pensar en la autonomía, en la gloria, en el silencio.
Zweig nos habla de este ser único y de su perdida, pero además nos describe la magnificencia de esta singularidad. El misterio de lo extraordinario y poderoso que se produce en nuestra existencia se logra solo a través de la concentración interior, aquella que se relaciona espiritualmente con la locura.

Mendel el de los libros – Stefan Zweig
Imprescindible

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