Ono-san es un noble y celebrado artista, que a sus muchos años no deja de maravillarse cuando de regreso a casa, la contempla desde el puente de las vacilaciones, como si fuera por primera vez. En su ciudad, hubo un tiempo que fue considerado uno de los más grandes pintores. Cuando piensa en el pasado se siente muy digno, porque sabe que lo creado fue logrado con fervor, devoción y decisión. A pesar que tuvo que abdicar de la naturaleza que lo formó, de donde nacía aquella mirada decadente que lo contemplaba todo con placer, armonía e ingenuidad, sin aquel realismo violento de la pobreza, el dolor y la guerra. Dejo el mundo flotante y se internó en el arte de la superficie, en del placer de la victoria y el patriotismo.
Luego de la rendición de Japón, todo ha cambiado. Y los que antes lo creían un patriota, hoy, entre susurros y a sus espaldas, lo llaman traidor. Mientras el Japón de sus padres se va trasmutando desde el espejo del vencedor, Ono-san tiene que llevar las preparaciones para el casamiento de la menor de sus hijas sin que los fantasmas del pasado lo aguijoneen. Pero una vez más, luego de tantos años, el mundo flotante reclama a su hijo y lo enfrenta a su pasado y a sus virtudes.
Kazuo Ishiguro es un escritor impactante, de su pluma solo se originan éxitos y creaciones portentosos. Desde Pálida luz en las colinas hasta la notable Los restos del día uno vislumbra un eje poético sólido y articulado. Ishiguro nació en Nagasaki, pero vive desde los cuatro años en Inglaterra. Su obra es un desafío perfecto. El mundo oriental imbricado en el occidental, demostrando una sinergia lograda.
En Un artista del mundo flotante logra de una manera exclusiva e inigualable trazar las distintas miradas de los japoneses de la rendición. Desde el inicio de la era Meiji, Japón transitaba por un camino de transformación, y en menos de medio siglo lo vemos cambiar su ropaje, de insigne conquistador al de un niño resguardado por un viejo extranjero.
Ishiguro nos muestra, desde la mirada de un artista, los últimos años del Japón milenario y deslumbrante. Y nos acerca al origen instantáneo del Japón postmoderno. El de los edificios gigantes, el de las fábricas de autos, el de las fuentes de energía imperecederas. Aquel Japón que empieza a cambiar los samuráis y shogunes por políticos y financistas. Los jardines de cerezos por parques de cemento. Las shintos y templos por bloques de vivienda. Los largos espacios hacia el poniente por ratoneras que crecen como árboles de cien metros y que albergan millones de seres.
Escrito como lo haría un japonés entre dos mundos, este libro es una afortunada manera de conocer la belleza de oriente, como si trascurriera más allá de una vitrina detrás de la cual nos hemos sentado para leer un libro.
Un artista del mundo flotante – Kazuo Ishiguro
Muy recomendable
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